sábado, 3 de septiembre de 2011

Los valores de la democracia

Ibáñez M. J. Hoe


Se acercan intensas campañas electorales para renovar el Congreso local y los ayuntamientos en el Estado de Guerrero. Los aspirantes ya se andan alistando y organizando sus candidaturas para lograr una curul en el Congreso local o como funcionarios municipales.

Gracias al sistema político-electoral y de competitividad que impera en nuestro país y en nuestro Estado de Guerrero, podemos decir que se está poniendo en práctica la democracia lograda durante un largo período de transición; específicamente, entre 1977 y 1997, donde México construyó un germinal sistema democrático.

Sin embargo, los procesos electorales y la práctica de la democracia conllevan valores primordiales que muchas veces son aislados por los actores políticos. En su obra, El cambio democrático y la educación cívica en México, José Woldenberg destaca los principales valores de la democracia para lograr una convivencia electoral pacífica.

Desde luego que las sociedades actuales son plurales y a partir de este hecho, Woldenberg parte para recorrer conceptualmente los valores que ponen en acto la construcción de un gobierno democrático. El pluralismo es, desde luego, la diversidad de intereses, concepciones, ideologías y puntos de vista. La tolerancia regula la fricción del pluralismo. La competencia regulada permite que individuos y agrupaciones puedan ejercer sus respectivos derechos a través de fórmulas civilizadas.

Los demás valores que conforman los principios de la democracia, según Woldenberg son: principio de mayoría, legalidad, derecho de minorías, igualdad, ciudadanía, soberanía popular, representación, revocabilidad de los mandatos, paz social, convivencia de la diversidad, participación, procesamiento de intereses diversos, inducción a la organización, gobernabilidad con apoyo ciudadano y derechos individuales.

Otro valor que no podemos pasar por alto es la ética, la cual caracteriza la conducta de los actores políticos en el proceso de democratización de la sociedad. Sin estos valores, que bien señala Woldenberg en su obra, estamos construyendo una democracia sin principio ni fututo; es decir, una democracia aparente y fantasmal.

Los actuales aspirantes a un cargo público en el Estado deberán tener presente estos valores para contribuir y seguir fortaleciendo la democracia y que demostremos que es una vía para lograr una convivencia social pacífica.

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