lunes, 16 de julio de 2012

Política y educación de adultos


Noé Ibáñez Martínez

Apenas el pasado 11 de julio se conmemoró el Día Mundial de la Población como una forma de buscar concientizar a la misma de las temáticas globales demográficas. Sin embargo, no se ha podido avanzar mucho en este aspecto, generando día a día problemas de toda índole. En Guerrero, de acuerdo al último censo de 2010, residen 3.4 millones de personas, ubicándose como el doceavo estado más poblado del país. No obstante, ha acumulado una serie de problemáticas relacionadas con el nivel demográfico, entre ellas, la que más afecta es la falta de infraestructura para atender el sector educativo básico.

Desde luego que es preocupante la deserción escolar en este nivel, principalmente en las zonas más marginadas de la entidad, pero también, hay otra generación que preocupa, la de los adultos iletrados que no tuvieron la oportunidad de estudiar y ahora forman parte del alto índice de analfabetismo y representan el 17 por ciento, es decir, más de 374 mil personas que carecen del conocimiento básico de la lecto-escritura, posicionándolo en el segundo peldaño a nivel nacional, sólo detrás de Chiapas.

Esta situación ha frenado en gran medida el desarrollo del estado y ha desencadenado otros problemas sociales que también habría que combatir: la insalubridad, la pobreza, la migración, la crisis alimentaria, los problemas ambientales; en fin, problemas que bien pudieron evitarse con la educación de los adultos. Aunque ésta es derecho fundamental de todo ser humano y que el Estado tiene la obligación de garantizar mínimamente la educación básica; no llega a todos los guerrerenses por diversas circunstancias (la falta de presupuesto, de infraestructura, de condiciones geográficas, etcétera.); por lo que muchos niños y jóvenes se quedan sin instrucción básica y pasan a formar parte de las estadísticas del analfabetismo.

En este contexto, el sector educativo es tarea prioritaria y reto gigantesco para la administración actual; no tan solo para niños y jóvenes de educación básica, sino también, para personas adultas que no saben leer ni escribir; es decir, una educación que debe de ir más allá de la retórica. Encontrar un plan de acción entre gobierno y sociedad en general para poner en marcha programas que proporcionen a los adultos nuevas oportunidades de realización laboral y personal, es el primer paso que se tiene que lograr.

La educación de adultos o la educación popular en su interpretación más amplia, como también lo sugería Paulo Freire, va más de allá de un proceso de alfabetización, ya que ésta debe convertirse en una práctica educativa integral, en una práctica social, igual que la práctica productiva, la cultural, la religiosa, etcétera., si se pretende educar y brindar herramientas básicas, se podrá transformar el rostro social de la entidad. Por ello la insistencia de que encontrar el uso práctico del nuevo conocimiento debe complementarse a este proceso de alfabetización que se ha puesto en marcha.

Para un primer paso el programa de alfabetización que emprendió esta administración, parece ser que ya se está logrando, el de vincularlo con la autoridad local y la sociedad en general, aunque sabemos que es una tarea ardua y compleja. Es un reto que nunca en la historia del estado se había logrado y el avance hasta el momento es un primer paso, quizás no en el número de personas alfabetizadas ni en atención, sino el hecho de involucrar a las autoridades municipales y comunitarias, así como la sociedad en general para que ellos sean los vigilantes y/o supervisores de los círculos de estudio, con la intención de evitar la simulación, que ha perdurado desde hace más de treinta años en la historia de alfabetización en el estado y principal enemigo a vencer.