Noé Ibáñez Martínez
Hace poco más de dos décadas, en las elecciones
municipales de 1986, el municipio de Alcozauca ya marcaba una importante
coyuntura político-electoral en la historia del estado de Guerrero. Ya dos
periodos de administración del partido de oposición, auguraban que se
consolidaba el proyecto de izquierda
y que poco a poco, expandía su influencia electoral en los demás municipios y
que la Montaña se estaba tiñendo de rojo.
Para ese año, el candidato a la alcaldía, el
profesor Othón Salazar Ramírez, a pesar de una intensa campaña de desprestigio
y trabas electorales por parte del partido oficial, ganó la presidencia
municipal y tomó posesión en medio de una protesta por simpatizantes del
Partido Revolucionario Institucional encabezados por el candidato priísta,
Baltasar Villanueva Andrade.
En una tribuna improvisada en la calle Miguel
Espinobarros, el 1 de enero de 1987, el secretario de Gobierno, Jesús Ramírez
Guerrero acudió a dar posesión al alcalde electo, dirigiéndose al público: “el
que este municipio por tercera vez sea ganado por un partido de izquierda, es
también una muestra de institucionalidad, en el que se ha gobernado con
profundo sentido social y alto contenido político”.
Por su parte, Othón Salazar señaló que: “con la
toma del Palacio Municipal se quiso montar una guerra de pobres contra pobres,
cuando ellos tienen mil cosas en común. En ello converge anhelo socialista de
romper las cadenas de la vida trágica de los mixtecos. Me comprometo a promover
la democracia directa con la participación de todas las comunidades y por delante
va mi corazón de comunista para querer a mis semejantes. Aquí hay un verdadero
movimiento de masas”.
Salazar nuevamente señaló: “aquí está conquistada
la esperanza de romper todas las cadenas que oprimen social y económicamente a
nuestros pueblos y, algún día, será nuestra generación, será la que viene, será
quien sabe cual, pero un día mis hermanos de raza, mis hermanos mixtecos
tendrán en su mesa alimentos que los nutran, tendrán en su cuerpo ropas que los
cubran, tendrán médicos que los atiendan, tendrán escuelas que les abran los
caminos de la formación profesional y el cultivo de la inteligencia”.
Era un día de fiesta, cientos de ciudadanos de
Alcozauca y de comunidades pertenecientes a la cabecera, estuvieron presentes, tres
bandas de música “chile frito”, no dejaban de tocas “las chilenas”. El
entusiasmo se desbordó en las calles cercanas, cientos de hombres y mujeres
salían de sus casas para escuchar y ser testigos del triunfo del Partido
Socialista Unificado de México.
Entre tanto, los priístas derrotados, tenían
reacciones muy diferentes frente al edificio de la presidencia municipal: los
carteles y la propaganda impresa de su Partido eran quemados y con machetes y
cal eran borrados los emblemas y leyendas del partido tricolor; de esa manera
los priístas daban la espalda a su partido. Más tarde inició un baile a ritmo
de «tamborazo», las chilenas y los sones mixtecos alegraron por varias horas”.
Los párrafos anteriores, constituyen un pequeño
libro biográfico como homenaje a una vida de lucha por la defensa de los
derechos de nuestros hermanos indígenas. A cuatro años de su fallecimiento, Othón
Salazar regresará a su tierra natal convertido en historia este próximo 4 de
diciembre; seguramente, en el evento estarán presentes familiares, amigos y camaradas;
para rendirle un merecido homenaje y decirle que sus ideales siguen vivos.
Que el sueño que alguna vez llevó a Othón Salazar
mantener viva la esperanza de una sociedad más justa y equitativa, más humana y
con oportunidades para mejorar la calidad de vida, principalmente de los
sectores más vulnerables y que continuamente eran violentado y aislados sus
derechos fundamentales; lo llevó a entregar hasta el último día de su vida, con
pasión y entrega, el de ser un soldado del pueblo.
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