miércoles, 14 de marzo de 2012

El agua y la seguridad alimentaria

Noé Ibáñez Martínez

El próximo 22 de marzo se celebrará el Día Mundial del Agua, mismo que fue declarado oficialmente por la UNESCO desde 1993. La intención es claramente el fomento de la conciencia pública a través de la producción y difusión de documentales y la organización de conferencias, mesas redondas, seminarios y exposiciones relacionadas con la conservación y desarrollo de los recursos hídricos.

Sin lugar a dudas, se celebran estas iniciativas encaminadas a concientizar a la población sobre el uso adecuado del vital líquido. Para este año, el objetivo no nada más es el agua, sino también, su vínculo con la seguridad alimentaria. La alerta es que cada persona necesita consumir de 2 a 4 litros de agua al día, pero se requieren de 2 mil a 5 mil litros de agua para producir los alimentos diarios de cada persona.

La sequía es la causa más común de la grave escasez de alimentos en los países en desarrollo. Pero es un asunto que poco le preocupa, por ejemplo, al gobierno mexicano, cuya política alimentaria está encaminada a la dependencia. En enero pasado, en la sierra Tarahumara se encendieron focos rojos cuando empezaron a registrarse muertes por hambruna y al menos 500 mil afectados debido a las pérdidas en miles de hectáreas de frijol y maíz; además de la muerte de miles de reses.

Situaciones como esta se irán presentando cada vez más seguido y más severo. En el nuestro estado de Guerrero, es una bomba de tiempo que es necesario atender de manera emergente. La agricultura depende esencialmente de las lluvias de temporada y habrá problemas de alimentación sino llueve lo necesario. En la región de La Montaña, la tala de árboles y su uso como combustible, los incendios (que ya se acerca la temporada) y la contaminación; son causas directas de la sequía. Los ríos, riachuelos y pequeñas fuentes de agua que existían hace 10 años, prácticamente desaparecen en estas fechas, obligando a los pobladores de las comunidades a conseguir el agua para el consumo cada vez más lejos.

Aquella Montaña llena de vegetación como nos la imaginamos, cada vez se está convirtiendo en una “Montaña de polvo”. Habría que emprender un proyecto sin precedentes de reforestación, así como la concientización de la población sobre el uso de los recursos naturales como primeros pasos para la conservación y la producción de alimentos de manera sostenible y saludable.

martes, 13 de marzo de 2012

Las tareas de la juventud

Noé Ibáñez Martínez

La juventud en México ha sido partícipe medular en los grandes procesos sociales, políticos, económicos, culturales y ambientales a lo largo de la historia nacional. En la juventud se ha encontrado la fuerza, la dinámica y el deseo de cambio con mira hacia el futuro. En la segunda mitad del siglo pasado, la juventud fue protagonista directa de estos cambios, ejemplo de ello, el movimiento del 68; el cual heredó una tendencia de lucha en muchos jóvenes actualmente.

En el contexto de la construcción del Movimiento Socialista de la Montaña en 1999, el Secretario de Acción Juvenil, Julio Lázaro Bazán envió un mensaje a los jóvenes de La Montaña, sosteniendo que “hace falta comprender que nuestra emancipación social no nos caerá del cielo, que esa emancipación la vamos a conquistar nosotros mismos, a pulso, con organización y programa de lucha”.

Más adelante señaló que no habría que tenerle miedo al sufrimiento que la lucha impone. La historia de México registra hombres y mujeres cabales, que no tuvieron miedo a los sufrimientos como tampoco a la muerte. Pero, lamentablemente, este tipo de acciones no fueron más allá. El proyecto murió.

La desorganización, la antipatía y la falta de interés por los jóvenes, son causas secundarias por las que las luchas no se han desplegado como hace cincuenta años ocurrió. Las llamas se mantienen muy aisladamente y son ―por lo general― de menores trascendencias. ¿Por qué? Sencillamente porque se perdió la conciencia revolucionaria; aquella que levantaba a los jóvenes a luchar por sus derechos y cuestionar la vida pública de México.

Por tal motivo, es importante recobrar la conciencia histórica y social, sobre todo en estos tiempos en que los protagonistas del poder actúan y manejan el futuro de los ciudadanos a su antojo. Desde cualquier ámbito (música, pintura, dibujo, letras, etc.) habría que emprender tareas firmes de concientización, como una forma de resistencia juvenil.

martes, 6 de marzo de 2012

El PRD: ¿un partido de izquierda?

Noé Ibáñez Martínez

La fundación del PRD el 5 de mayo de 1989, generó grandes expectativas como partido de oposición al régimen priísta. Fundado por ex priístas, comunistas, socialistas, ex guerrilleros, luchadores sociales y demás personajes que se dicen llamar de izquierda; en su primeros años, el partido jugó un papel muy importante que permitía concebir grandes cambios de carácter democrático en el país. Sin embargo, después de las elecciones de 1994, el oportunismo, la corrupción y la política clientelar; se adueñaron de él.

En el interior del partido, empezó a resentirse la dispersión, la falta de rumbo claro, sobrevino un aflojamiento de la energía revolucionaria, la iniciativa política vino a menos y, lo peor, cobraron fuerza, ignominiosa a veces, los pleitos internos en el PRD a causa del sabor de los frutos conseguidos vía elecciones populares, vía elecciones internas y vía cuotas de poder.

Actualmente, de la izquierda histórica (PCM, PSUM, PMS) no queda nada. La lucha revolucionaria y democrática fue sustituida por las viejas prácticas del PRI, a tal punto que lo único que distingue el uno del otro, es el color. Los miembros del PRD dicen ser de izquierda de dientes para afuera, pero en la práctica, la realidad es muy distinta (o más bien, muy similar a las del PRI o PAN).

 “El espíritu electoralista, intereses personales y de grupo, vacío de identidad ideológica, son rasgos dominantes en la vida actual del PRD”, así lo definió el extinto comunista Othón Salazar, cuando hace más de una década atrás, renunció al partido por las mismas causas. Argumentaba que: “el PRD no se compromete con una política anticapitalista, como tampoco el PRI; el PRD lo ofrece todo a cambio de conseguir votos. Lo increíble, lo que es público además, es que también en el PRD se compran votos; se compran con dinero, y me pareció que esas formas de hacer política no tenía por qué compartirlas ni directa ni indirectamente. Me pareció que el PRD poco a poco iba siendo el PRI vestido de amarillo”.

Lamentablemente, bien lo podemos constatar en la elección interna de candidatos para puestos populares en las próximas elecciones; los mismos métodos emplean el PRI y el PRD (dedazos, palomeados y encuestas cuestionadas). ¿Dónde quedó la izquierda revolucionaria comprometida con las causas de los pueblos? ¿Dónde quedaron los líderes de izquierda con un principio teórico e ideológico profundo congruentes con sus palabras y sus acciones?